Kenosis- Español

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  • Hay mucho debate en torno al himno cristológico del capítulo 2 de Filipenses. Algunos sostienen que Pablo no lo escribió, mientras que otros creen que fue añadido posteriormente por los escribas. Sin embargo, algunos reconocen que Pablo utilizó el himno porque ya era bien conocido por la iglesia. 

  • Y Los debates no acaban aquí. El uso por parte de Pablo de la palabra «Keneo», que en griego significa «Se despojó de sí mismo», lleva a algunos a pensar que Jesús abandonó por completo su deidad. Esencialmente, creen que en su humanidad, dejó de ser Dios. Esta idea se conoce como cristología kenótica o doctrina kenótica en la historia de la Iglesia. Pero Jesús, el Hijo de Dios, ¿se vació realmente de su deidad y vivió como un hombre corriente? ¿Podría Dios realmente dejar de ser Dios? Según el Apóstol, eso nunca podría ser así. La kenosis sólo podía funcionar si era Dios quien añadía a sí mismo humanidad. La kenosis era necesaria porque sólo un Dios-hombre podía traer la salvación a los pecadores.


  • No es frecuente que asociemos la Kenosis, el auto-vaciamiento de Cristo, con la Navidad. Sin embargo, hay varias canciones navideñas que subrayan esta realidad cristológica. Algunos ejemplos son el clásico intemporal «Hark the Herald Angels Sing», que proclama el humilde nacimiento del Hijo de Dios y su voluntad de despojarse de su gloria celestial por el bien de la humanidad. Del mismo modo, «Joy to the World» celebra la llegada del Salvador y la esperanza que trae consigo, al tiempo que nos recuerda la naturaleza sacrificada de su misión. El bello himno «Emmanuel» subraya la profunda verdad de que Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, renunciando voluntariamente a sus privilegios divinos. Por último, «Ven, Jesús tan esperado» se hace eco de la expectación y el anhelo por el Mesías, que voluntariamente tomó forma humana para redimir a la humanidad. Por desgracia, debido a su familiaridad y comercialización, nos hemos vuelto insensibles al profundo significado teológico de estas canciones. Los belenes que se exponen delante de las iglesias también se han reducido a meros adornos navideños, centrándose a menudo en la ternura del niño Jesús en lugar de comprender la profunda verdad de quién era realmente y por qué nació. Esta Navidad, esforcémonos por redescubrir la profundidad del significado de estas canciones y símbolos, y captemos realmente el amor abnegado que Cristo demostró con su encarnación.

  • En muchos hogares cristianos, los padres suelen decir a sus hijos que la Navidad no trata solo de Papá Noel o de recibir regalos, sino de Jesús. Sin embargo, es importante explicar con más detalle quién es Jesús y por qué vino. La esencia de la historia de la Navidad radica en nuestra comprensión de la identidad del niño en el pesebre. Como vemos en Filipenses 2:5-11, el apóstol Pablo reconoció a este bebé como el Cristo preexistente, la segunda persona de la Trinidad que existía antes del principio de los tiempos. Pablo creía firmemente que el niño del pesebre no era otro que Dios encarnado, el Hijo divino que tomó forma humana para la redención de la humanidad. En Colosenses 1:15, Pablo afirmó: «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación», subrayando el papel de Jesús como representación visible del Dios invisible y soberano preeminente de toda la creación. Jesús mismo afirmó ser el Dios-hombre, refiriéndose al título del Antiguo Testamento de «YO SOY», lo que casi le costó la muerte, ya que los líderes religiosos entendieron esta afirmación como una blasfemia (Juan 8:58-59). En Juan 9:35-38, Jesús aceptó la adoración del ciego curado, afirmando aún más su naturaleza y autoridad divinas. Incluso los Magos de Mateo 2 trataron de adorarlo como su rey, reconociendo su estatus real y su importancia. Por tanto, entender la verdadera identidad de Jesús es esencial para comprender plenamente el significado y la importancia de la Navidad.

  • Además, los doce discípulos de Jesús también le atribuyeron los nombres de Dios del Antiguo Testamento, como Adoni y YHWH. Proclamaban a Jesús como Señor (Adoni, YHWH) y reconocían que solo él podía traer la salvación (Hechos 2:21, Romanos 10:13, cf. Joel 2:32). Juan, al igual que Pablo, consideraba a Jesús como Señor (12:38) y lo veía como el Cristo preexistente (1:1,14). Del mismo modo, los escritores del Nuevo Testamento tenían opiniones similares y adoraban a Jesús (2 Tim 4:18, 2 Pe 3:18, Heb 1:6). 

  • Jesús no solo debe ser reconocido como nacido en Belén o como el Salvador resucitado y Rey reinante, sino también como una persona a la que se debe adorar, en la que se debe confiar, a la que se debe conocer, alabar y adorar, igual que Dios Padre: ¡verdaderamente divino! Todos los atributos del Padre son también suyos (Col 2,9). Por desgracia, la mayor parte del mundo no lo veía así. Sus enemigos directos decían que estaba endemoniado e incluso intentaron apedrearlo varias veces porque creían que blasfemaba (Juan 8:59, 10:31, 33). No era aceptado por todos, ni siquiera por los suyos (Juan 1:11). 

  • La Navidad nos urge a responder a la pregunta: ¿quién es el niño del pesebre? ¿Nos alineamos con la interpretación apostólica o, como el mundo, lo rechazamos?


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